
Campo de concentración
En el verano de 1931 D. Juan Henríquez, propietario de unos terrenos en la carretera que unía Guanarteme con Tamaraceite, en el alto conocido como la Era del Cardón, los cedía para la construcción del campo de fútbol que los distintos clubes de Las Palmas llevaban esperando con ansia.
Federico Silva Rojo, será el encargado de dirigir las obras sobre unos planos realizados por don Antonio Medina, y en menos de un año, el campo de fútbol ya estaba terminado, siendo finalmente admitido y homologado por el Ayuntamiento de San Lorenzo y por la propia Federación de Fútbol. Su inauguración oficial, se produciría el 13 de septiembre de 1931, por el cual el histórico equipo de fútbol del Santa Catalina, dispondría de campo propio, denominado como “Campo de Bellavista”.
Durante los primeros años, se jugaron numerosos encuentros en el nuevo campo en cuyo caso la prensa ya se hace eco del mismo en 1935, pese a que esta ocasión se documenta la errata periodística, al hacer alusión al mismo, como el campo del “Buenavista” en lugar del “Bellavista”
Estos bellos recuerdos de jornadas de fútbol en el campo del Bellavista “situado allá en las alturas de Guanarteme, donde el aire es puro y el panorama bello”, se transformará con el paso de unos pocos años, en un lugar de horror y desesperación de cientos de presos políticos tras el Golpe de Estado fascista iniciado en 1936.

Todos aquellos desafectos del Golpe de Estado y fieles al gobierno legítimo, fueron en numerosos casos fusilados a través de juicios sumarísimos, otros muchos fueron desaparecidos en pozos, cimas o directamente tirados en la mar, mientras que un número considerable fueron hacinados en la cárcel de Barranco Seco, cuarteles, comisarías y comandancia de la Guardia Civil.
Debido al gran número de presos, dichos centros se vieron rápidamente desbordados, obligando al nuevo régimen impuesto por las armas, a la realización de diversos campos de concentración en la isla, siendo el primero el de La Isleta, luego el de Gando y posteriormente el que nos interesa ahora, el campo de concentración de Las Torres-Guanarteme.
El 4 de septiembre de 1940, el presidente de la Comisión Gestora del Cabildo Insular de Gran Canaria, Antonio Limiñana López, remite al Gobernador Civil de la provincia de Las Palmas, la autorización del contrato de arrendamiento a Juan Henríquez Navarro propietario de los terrenos situados en el Pago de Guanarteme, donde iba a instalarse la Prisión de Penados, y que hasta ese momento se encontraba ubicada en el Lazareto de Gando.
Este contrato se efectúa por un año y con un coste de 3.000 pesetas, siendo prorrogable según la propia conveniencia de ambas partes. Como ya hemos adelantado la parcela se encontraba situada en el pago de Guanarteme, teniendo la misma una capacidad total de diez fanegadas, de la que solo se arriendan dos fanegadas, que corresponden al campo de fútbol amurallado denominado «Bellavista», existiendo en estos terrenos varias habitaciones de mampostería, con nueve duchas, un bar en construcción, más una habitación y galería sin techar, careciendo de cualquier tipo de instalaciones de agua, luz, gradas o asientos, ni de madera ni de mampostería.
Será el Cabildo de Gran Canaria, quien inicie la realización de las obras indicadas por el Gobierno Militar, cuyo objetivo básico era el de transformar el campo de fútbol del Bellavista, en un campo de concentración, por lo que se refuerzan las murallas, aportándole una mayor altura, se procede a la instalación de torretas y casetas de vigilancia de los penados, así como rodear el edificio con alambres de espino. Posteriormente el Ayuntamiento y Unelco, instalarán las necesarias dotaciones de agua y luz, garantizando con ello, unas medidas higiénicas mínimas.
Según los testimonios documentados en el trabajo realizado por D. Juan Medina Sanabria, informaron que, en la memoria de algunos prisioneros del campo de concentración de Guanarteme, no hubo fallecidos y que la situación sanitaria y del trato era mucho mejor que la de los centros de concentración de Gando o de La Isleta.
Este campo de concentración tuvo una vida corta, ya que el 31 de agosto de 1941, se clausura el mismo, siendo trasladados los penados que quedaban, así como los funcionarios de prisiones al complejo de Barranco Seco. Con el tiempo, el antiguo campo de concentración, se transformaría en un acuartelamiento con diversos usos.
Cientos fueron los niños y adultos que jugaron en aquel afamado campo de juego que, sin conocerlo, escondía tras sus muros, uno de los episodios más oscuros y silenciados de nuestra historia reciente.