Finalizada la conquista, se procede ya de manera intensiva y extensiva al proceso de repartición de tierras y agua entre aquellas personas que habían participado activamente en tal empresa.
Debido al carácter agrícola y al beneficio económico que aportaba la caña de azúcar en las islas de la Madera (Madeira) a manos de los portugueses, se decide de una manera estratégica y planificada, adaptar los mejores suelos de la isla para la instauración del que será el primer monocultivo exportador de nuestra historia insular, el cual no solo transformará el paisaje completamente, sino que situará a Gran Canaria como epicentro económico del cultivo y producción azucarera en los diferentes mercados europeos.
Estos terrenos, se situaban en las cotas más bajas de la isla, aprovechando no solo las más fértiles tierras de la fachada norte y este de la isla, sino que también se procederá al repartimiento y explotación de los recursos hidráulicos, situados estos en las zonas más altas de la isla. Estos primeros propietarios constituirían posteriormente las conocidas como Heredades de agua, las cuales se encargarán de la gestión y el mantenimiento de las diferentes infraestructuras hidráulicas para el disfrute y uso de la misma.
Así vemos cómo las familias más poderosas de la incipiente sociedad isleña se situarán en la zona baja, destacando las localizadas en los márgenes del barranco Guiniguada como núcleo fundacional, por un lado, y la zona de Tenoya por otro.
Barranco arriba, en aquellas zonas de la fértil vega, que antiguamente albergaba una gran masa forestal de palmeras y palmitos, nos encontraremos con un nuevo topónimo introducido por la nueva población europea, “Lugarejo”, siendo este un arcaísmo lingüístico del castellano, teniendo el significado de “lugar viejo”, referencia histórica alusiva al antiguo asentamiento indígena situado en aquellos lugares.
Estos vecinos, nuevos y antiguos de Lugarejo, constituirán hacia el año 1638 lo que será el núcleo fundacional del pago, reuniéndose el vecindario y decidiendo el patrón al que se adscribirá el edificio religioso, siendo San Lorenzo el elegido para tal causa. Con el paso del tiempo, el topónimo de Lugarejo, irá perdiéndose en la memoria, conociéndose con el término de Lugar del Señor de San Lorenzo de Tamaraceite.
El propio devenir histórico y la presencia de los preciados terrenos, convertirán a este incipiente municipio, en uno de los más ricos de la isla. Teniendo constantemente disputas con los municipios limítrofes por el control de sus “lindes”, siendo el municipio de Las Palmas, con el que tenga una dilatada y tensa disputa por los mismos.
El municipio de San Lorenzo Era de los más extensos de la isla de Gran Canaria, abarcando entre otros a barrios como el Barranquillo de don Zoilo, Las Arenas, La Minilla, Escaleritas, Schamann, Siete Palmas, Cruz de Piedra, Tenoya, Lomo de los Frailes, Chile, Guanarteme, Las Torres, Siete Puertas, Casa Ayala, La Milagrosa, El Toscón, la antigua Playa de Tamaraceite, conocida en la actualidad como playa de Las Canteras.
Los intereses económicos y políticos cada vez adquirirán una mayor dimensión social, a lo que debemos de sumar la participación reivindicativa de una masa considerable de clase obrera, siempre dispuesta a luchar por sus derechos laborales y sociales. Hecho que se pondrá de manifiesto en las elecciones de 1931, con numerosos votos a favor del Frente Popular.
El golpe de Estado del 18 de julio de 1936, será el momento en el que la conflictividad silenciosa se quedará de lado, dando lugar a la más brutal de las represiones (ideológicas, políticas, culturales, religiosas, físicas, etc.), produciéndose decenas de desapariciones de vecinos vinculados a partidos de izquierda, así como la realización de un Consejo de Guerra sumarísimo condenando a muerte al alcalde Juan Santana Vega, al secretario municipal Antonio Ramírez Graña, al jefe de policía local Manuel Hernández Toledo, así como a Matías López Morales y Francisco González Santana, que fueron fusilados en el campo de tiro de La Isleta el 29 de marzo de 1937.
Descabezado el gobierno municipal legítimo de San Lorenzo y tras asegurarse la victoria el ejército alzado en el conflicto armado, el Ayuntamiento de Las Palmas generará un proceso administrativo de anexión amparado en la “nueva legalidad” a finales de 1939, siendo su aprobación definitiva en 1940. Será a partir de este momento, cuando el municipio de Las Palmas de Gran Canaria, adquiera las dimensiones actuales.